jueves, 16 de agosto de 2012

Dos poemas

Renuncia




Me fui despacio,

con el agua al cuello

me fui tranquila y

sin mirar el cielo

atrás dejaba el mar

el horizonte claro

el miedo, la decencia,

las ganas, el decoro

atrás quedó eso que se llamaba vida.

Me enfrenté a mis culpas

y disfruté el castigo

me ahogué en felicidad

porque me supe mía.




Abierta




Me suicidé la noche que me dejaste abierta

No pude con la espera ni con la incertidumbre

desposeída estaba de esperanza

Me suicidé sin lágrima por medio

con la consigna cierta de no pertenecerte

me suicidé, y al hacerlo,

te di permiso de gobernar mi vida.



Irrumpiste en mis entrañas sin dulzura

me negaste a la fortuna, me dejaste yerma

absurda, sola.

Mi sangre manchó el amanecer

pero ese día

no despertó la tierra.





martes, 14 de agosto de 2012

La medicina de la abuelita



 Quise esperar una semana para ver si la frialdad de la distancia aminoraba el sentimiento, las sensaciones, la experiencia, pero la verdad es que sigo tan impactada como cuando lo hice. Supe del Ayahuasca gracias a un reportaje que Univisión presentó  hace meses. El reportero, si mal no recuerdo era Víctor Hugo Saavedra, fue a la selva amazonica en el Perú y describió la experiencia, siempre son ese tinte exagerado de las notas del programa de " Aqui y Ahora" . No presté mucha atención esa vez porque estaba haciendo otras cosas, pero me dije: "Aunque quiera probarlo cuándo voya ir al Perú".  Luego,  mientras platicaba con mi mejor amiga, quien vive en Mérida, sobre un viaje que haría yo a México, ella me invitó a la ceremonia del ayahuasaca y hasta me mando varias enlaces de la internet para que  me informara un poco más. !Qué les puedo decir!  videos,  artículos y  blogs y entre más leía, más me emocionaba por vivir una experiencia así.  Le dicen la medicina de la abuelita y si entendí bien es una liana, una especia de raíz que se da en la selva amazónica y que los peruanos consumen con una intención ( siempre buena por cierto) curarse de esto o de lo otro, mejorar tal o cual aspecto de la vida, encontrar respuestas a un problema, qué sé yo. Lo cierto es que casi todos coincidían en un punto, cuando la pruebas vas a abrir tu visión del mundo, vas a ser diferente, vas a estar en otros planos. Con todo esto me dije que era un alucinógeno, algo a lo que le tengo mucho respeto, por más destrampada que me veaís. Pero sí, quería, deseaba probarla y saber como es estar en mi y fuera de mi al mismo tiempo. La definición más precisa que encontré es esta: En quechua ayahuasca significa 'soga de muerto' por su etimología aya 'muerto, difunto, espíritu' y waska 'soga, cuerda', ya que en la cosmovisión de los pueblos nativos el ayahuasca es la soga que permite que el espíritu salga del cuerpo sin que este muera. Es usado para rituales médicos y/o religiosos y en la medicina tradicional de los pueblos nativos amazónicos. Y eso es lo que realmente me pasó. Debíamos seguir ciertas reglas antes de la ceremonia, no alcohol, no drogas, no comer carne ni lacteos ni muchos azúcares, algo que es bastante difícil para mi, pero aún así tomé el reto. Debíamos llegar a las tres de la tarde a Organic Yoga, el sitio donde iba a ser la ceremonia, enmedio de la selva de Akumal, Quintana Roo, específicamente entre Playa del Carmen y Tulum.  Cuando llegamos eran casi las siete de la noche, todo iba a empezar a las 9, así que fuimos a nuestra cabaña a prepararnos  y nos dispusimos a aceptar todo lo que íbamos a vivir. La verdad sea dicha, me estaba muriendo del miedo, no sabía si podía tener un mal viaje o quedarme ahí, pero me di valor y cuando entramos a la palapa más de 30 personas estaban ya reunidas. Uno de los instructores no dijo lo que iba a pasar. Nos pidieron respetar a los otros, no hacer aspavientos, vomitar sin molestar mucho y nos aseguró que la medicina de la abuelita es tan buena que nadie se ha quedado en un viaje ni se ha muerto en la ceremonia.  A cada uno de los participantes nos dieron una cubeta pequeña para el vomito, el cual nos dijeron debíamos ofrecerlo después a la Pacha mama. Sí, leyeron bien, vomito, todos sin excepción vomitamos, algunos menos, algunos más, pero de que lo haces lo haces. Antes de empezar la ceremonia nos dijeron que un reportero de National Geographic estaría tomando unas fotos pero que iba a ser lo más discreto posible, además nos invitaron a unirnos a los cantos de mantras. Yo sólo quería ver como se iba a salir mi espíritu y estaba un poco ansiosa. Luego de bendecir las botellas donde estaba el ayahuasca, el chaman dijo, la ventana está abierta pueden pasar por su ayahuasca y tenagn una intención, ofrezcan la ceremonia por algo en específico. La palapa tiene forma circular sin sillas ni muebles, al centro colocaron unas velas y todos llevábamos o bolsas de dormir o tapetes de yoga, cojines, colchitas, agua y nos acomodamos como mejor pudimos. Aún no me tocaba probarla, cuando los primeros que lo hicieron ya habían empezado con el vomito, pero debo reconocer que la abuelita fue buena conmigo, tras tomar mi dosis noté ese sabor como a aguamiel, de consistencia espesa, como un atole, pero no es desagradable, no como el peyote, el cual si es amargo de verdad. ¿Qué cuál fue mi intención? pedi terminar con mis miedos, con todos los queme atan de alguna forma y no me dejan actuar a veces. Unos 15 minutos después de tomarla una serpiente como una saeta abrió mi cerebro, me mostró caminos que se bifurcaban, pero eran como un sólo camino separado en muchos. La serpiente se colocó en la esquina izquierda de mi cabeza y me miró para decirme que todo estaba ahí, mientras yo veía a la serpiente escuchaba una voz que me decía: "No necesitas poder, todo lo tienes, todo está en ti, mira lo que has hecho hasta ahora"  y entonces vi pasar como en una película casi toda mi vida, o al menos lo logros más importantes, los que yo considero y valoro como triunfos  (les aclaro que ninguno de mis matrimonios está en esa lista. Fue un chiste) La ceremonia, nos advirtieron, terminaría hasta las cuatro de la madrugada y nos suplicaron  no abandonar la palapa porque todos debíamos cuidarnos.Mientras yo estaba en esos dos planos viendo mi vida pasar y la serpeinte viéndome a mi, escuchaba claramente los ruidos de los otros vomitando, cantando, quejándose y entonces mi amiga me mueve y me dice: "Deja de roncar, estás roncando", eso me destanteó porque para roncar debía estar dormida y ¿cómo estaba dormida y escuchaba todo lo que estaba pasando y al mismo tiempo tenía mis  visiones?  es decir estaba en cuatro planos de conciencia todos alertas. Algunos entendidos dicen que se siente lo mismo con el LSD,  no lo sé porque nunca me he aventurado a tanto, lo que si sé es que después de ver todo eso, mi mente se fue a ver series de televisión de los años 60's como I Love Lucy y Los tres chiflados y veía alos personajes interactuando conmigo, diciéndome cosas que se relacionaban con lo que estaba pensando. Lo más cabrón de la ceremonia fue cuando la parte interior de muñeca derecha empezó a dolerme, veía un punto rojo, como si me estuvieran quemando y es que desde hace dos años padezco un poco del Tunel de Carpio y esa parte me duele mucho en ocasiones, tanto que debo usar una especie de soporte. Sentía el ardor tan fuerte y tan específico que escondía mi mano bajo mis piernas y recuerdo que pedía que terminara, que se fuera esa luz. Todo era intenso y mágico, las canciones eran preciosas y las escuchaba con tanto gusto, tenían un significado para mi incluso cuando algunas no las entendía porque eran mantras musicalizados. La noche fue larga pero interesante, sabia, mágica, alucinada, llena de color y con una sensación de que había descubierto muchas cosas de mi. Fue un nirvana consciente y real. Mi espíritu me dijo que soy poderosa  y que los miedos no existen si no quiero que existan y entonces fluí, cante el Waitinene y muchas otras y me dije que no estaba nada mal,  que me daba pena tener 50 años y andar en estas vaínas descubriéndome con una medicina sagrada, pero al mismo tiempo es maravilloso tener 50 y estar en el camino saber que vas,  que estás llegando, que no te quedaste  viendo pasar la vida.

Abur! ... Y  que viva el Ayahuasca

jueves, 2 de agosto de 2012

Una muñeca en pedazos







No tengo un recuerdo preciso como que haya sido el primero, son más bien imágenes que asaltan mi mente. El día de su boda, cuando estaba embarazada, cuando más joven compraba elotes para todos o ya más tarde cuando era madre de uno, luego de dos. No sé, no puedo decir este es el primero, pero todos los recuerdos de ella son vívidos, claros, nítidos y absolutamente reales. Elisa, era su nombre, fue la primogénita de la familia y la que en la lotería de los nombres recibió a mi gusto el más femenino, el más musical. Nosotras fuimos 8 mujeres y un hombre al que apodaban La Chiripa. Elisa llegó a la familia primero que todas, no puedo decir que era seria, pero si diferente. Tenía una simpleza para ver la vida y las cosas de la vida que me daba envidia, con decirles que su cantante favorita era Paquita la del Barrio. Para que complicarse la vida con las letras sesudas de Sabina, si se puede decir casi lo mismo con un “Me estás oyendo inútil”.
La situación económica en el Monterrey de los sesentas era casi la misma que ahora, había que trabajar para comer y los salarios para obreros o empleadas de almacén no eran para nada holgados, sobre todo si provenías de una familia grande, como la nuestra. En casa mi padre trabajaba todo lo que podía pero alimentar nueve bocas creo que no era enchílame otra; por ello, creo, Elisa empezó a trabajar muy joven. No sé si antes de este que voy a mencionar tuvo otro empleo, pero recuerdo que por varios años fue empleada de Arcesa, Plásticos, Arcesa, era el nombre de la empresa, ya saben en Monterrey somos los reyes del plástico, además del cabrito, claro está. ¿Qué hacían en esa fábrica?, no sé qué tanto, pero de que hacían peines, cepillos, cuerdas para brincar, máscaras de Batman ( que ahora se rematan en ebay como vintage) y muñecas no me cabe la menor duda. Supongo que mi hermana trabajaba en un horario de negros, o para ponerlo en contexto, de mexicano ilegal en USA. No recuerdo haberla visto entre los días de semana, se iba temprano y regresaba tal vez cuando yo ya estaba dormida, pero para desquitarnos de eso teníamos el sábado, el glorioso sábado. Elisa llegaba poco después del mediodía, comía con nosotros en la gran mesa de fórmica café que estaba en el cocina-comedor de la casa, ocupando el segundo cuarto, en un vivienda de cuartos seguidos. Ahí comenzaba la fiesta y entonces después de comer abría su bolsa y era el momento más esperado por las pequeñas:. Mi hermana Mercedes y yo. Elisa hacía aparecer un peine nuevo, algún cepillo o unos aretes de plástico, cualquier baratija que hubiera podido sacar de la fábrica donde era obrera Muchos de esos artículos estaban defectuosos, chuecos con remanentes de plástico en algún área. Aún me parece verla, delgada, morena, con el pelo peinado alto, zapatos cuadrados de tacón bajo, aretes grandes sesenteros pues. Una tarde de esos gloriosos sábados ella me llamó aparte y me dijo: “Esto es para ti, guárdalo bien”. Casi pego un brinco del susto porque me estaba entregando una pierna, de plástico, pero una pierna al fin, la traía envuelta en papel de estraza. El siguiente sábado me entregó un brazo, luego el torso, luego la otra pierna. Cada sábado una parte diferente hasta que teníamos el cuerpo casi completo porque faltaba la cabeza. Un mañana de sábado fue hasta mi cama antes de irse a trabajar y me preguntó: La quieres rubia o morena, qué le pregunté entre sueños, sonrió y dijo La muñeca pues que va ser, la que estamos haciendo, la quieres rubia o morena, dime porque hoy me voy a robar la cabeza. Morena, le dije, como yo. Ese día estuve desesperada ya quería ver la obra completa, había esperado más de un mes para tener mi primera muñeca y quería vestirla y arrullarla en fin, quería ver su cara. Cuando mi hermana llegó al fin, sacó de su bolsa otro objeto pero no la cabeza, me vio a la cara y me dijo “El supervisor nunca se descuidó y no pude robarme la cabeza”; mientras tanto mi descabezada muñeca yacía en un rincón de la recámara de mis padres hasta que finalmente luego de dos semanas llegó al fin la cabeza. Mi hermana y yo se la colocamos con mucho cuidado, como si hubiéramos esculpido esa obra.  Lo siento dijo, hubo un pedido muy grande y no había ni morenas ni  rubias, sólo cabezas de bebés, pero no te apures en la primera oportunidad te traigo otra cabeza. Tal vez lo hizo, no lo recuerdo, sólo sé que el bebé aquel al que vestimos con un mameluco azul anduvo mucho tiempo de mi mano, pero no me gustaba, no me gustaba en lo absoluto. Tampoco sé si este episodio desarrolló en mi esta aversión hacia las muñecas, nunca me han gustado ni las que después sacaron como muy de moda y que todas las niñas de mi tiempo querían tener, las que caminaban. Por mi bien podían no darme ninguna, yo quería un juego de química, un espirógrafo, lo que fuera menos una muñeca.  Lo que sí sé es que Elisa era fantástica me tuvo en suspeso “muñequil” por meses, se arriesgó a perder su trabajo sólo por regalarme una muñeca completa, la primera que tuve y que pese a que no era ni rubia ni morena, era mía y me la habían dado con mucho amor y con la felicidad que sólo sienten los que son generosos de corazón.


Abur!





miércoles, 1 de agosto de 2012

Un tour literario

Ahí andamos, navegando en internet a ver si de casualidad encontramos aquellos textos que nos marcaron, nos hicieron vivir experiencias memorables o de plano damos con alguna joya literaria y así  en las últimas dos semanas los cuentos completos de Capote saturaron mis tardes con irónicas sonrisas y aprendí que Francoise Sagan estuvo un poco enamorada de Sartre. Pero ayer, ay ayer, mientras buscaba un texto de Guadalupe Dueñas, para un performance que estoy preparando, me encontré con algunos cuentos de su famoso libro  "Tiene la noche un árbol", frase que es  parte de un verso, creo que de  Gorostiza, y entonces como no encontraba  el cuento que buscaba me puse a leer su biografía y vaya que es interesante, ella por ejemplo fue la responsable de que los amantes del cine en México, durante los años 50 no vieran desnudos,  al mismo tiempo escribía, ella escribía desde pequeña imagino que como todos los escritores para escapar un poco de su realidad, para "exorcisar sus demonios". Hija de un arrepentido casi sacerdote y una y mujer muy liberal, ella fue una de los 14 hijos de la familia Dueñas de la Madrid y un día se manufacturó sus propios libros, ella los escribió en una máquina de letra pequeña, hacía las ilustraciones y luego los cosía. En una ocasión, le pidió aun empleado del Fondo de Cultura Económica, que le dejara exponer sus creaciones durante una feria literaria y le dieron permiso. Los libros se vendieron como pan caliente y ella tuvo que hacer más "pero me quedaban chuecos, no se me alcanzaba a secar en el sol yo creo que por eso se vendían", declararía más tardeen una entrevista. Dueñas tuvo una formación muy religiosa, siempre estuvo en colegios teresianos. En su literatura es notoria la referencia a este tipo de educación no sin un dejo de sarcasmo, y velada crítica. Fue una de las más grandes cuentistas mexicanas y con sólo tres libros se consolidó como una de las mejores, hasta Elena Garro la consideraba así. Fue Emmanuel Carballo quien compró uno de esos ejemplares artesanales que exhibió no sin miedo en esa feria literaria y se puso en contacto con ella para pedirle más. 'Historia de Mariquita' , era el cuento que fascinó a Carballo y ayer,  mientras lo leía me quedé enamorada otra vez de esa prosa poética de Dueñas, tan dueña, ahora sí,  de las palabaras. Nadie como ella para contar una historia tiene un sarcasmo, un sabor agridulce, una noción perfecta de cómo contar una historia. Lean, lean nomás la Historia de Mariquita, no se las narro porque le quitaría la belleza y no se sorprenderían, pero debo decir que casi todas sus historias tienen ese toque de ternura que nos deja mudos (as) mientras las lágrimas humedecen nuestras mejillas.