lunes, 20 de diciembre de 2010

El país de Hallmark


Hay de costumbres a costumbres y de entre todas las que les conozco a los estadounidenses la de enviar tarjetas es la que me parece más cursi. En todos los sitios en donde he trabajado, la constante es siempre firmarle una tarjeta a la persona que cumple años. Tal vez ni la conozcas, quizá has cruzado a lo más un saludo o te la has topado en el comedor de la empresa o en el elevador, pero eso si, llega su cumple y entonces no falta quien (casi siempre la de recursos humanos o la buena compañera que se destaca por andar preocupándose por todos) se acerca a ti con un folder y adentro está la tarjeta. "Sorry but is Martha's birthday and we are sign a card for her and you miss" y ahí vas a tu a leer lo que escribieron los otros para ver si terminas de enterarte quien es la tal Martha y cuando empiezas a identificarla te topas con la mirada fría y apurada de quien te dio la tarjeta porque todavía tiene que recoger 40 firmas más. Claro siempre puedes preguntar, pero se ve pésimo hacerlo porque evidenciarías lo mala compañera que eres al no saber quien es Martha, que desde luego si revisas tu tarjeta de cumple del año anterior verás que ella ( la Martha mencionada) si te escribió algo muy cool. Firmas tarjetas a las que se embarzaron, a las que tuvieron bebés, a los y las que se enfermaron, a los que se aliviaron, a los que fueron padrinos, a los que van a casarse o ya se casaron, a los jefes que hicieron algo bueno y a las personas que tuvieron buenas ideas, como donar juguetes en esta Navidad al hospital de niños y así te la pasas firmando y firmando. La pregunta que siempre me hago es ¿A dónde van a pasar esas tarjetas? Las primeras semanas después de que la entregaron, la persona la pone en su escritorio o librero y al pasar la ves ahí como un adorno más pero un buen día la tarjeta no está y de seguro la de la limpieza se la llevó cuando recogió la basura.
Leo las tarjetas y a veces son tan cursis que si les dieran una mordiad te empacharías de lo dulce, les falta ese ingenio que tienen los mexicanos. Algunas son muy divertidas, una vez un cuasi novio me dio una que decía: Lucía, tu eres realmente otra cosa... ¿pero que cosa?
En este país, hasta los perros dan tarjetas, de veras, yo tengo tres firmadas por mi anterior mascota Scooter, un pequines gruñón que cada Día de la Madre me regalaba flores y una tarjeta. Ya sé que no me creen, pero las tengo archivadas como prueba fehaciente de que este es el país Hallmark.