lunes, 5 de diciembre de 2011

El pan, la sal y la amistad



Me senté a sus mesas como si no hubieran pasado 12 años. Recordamos, reímos, nos confesamos todo y echamos el chal como si apenas ayer nuestros hijos fueran pequeños, pero la verdad es que los que no son adolescentes ya son adultos casados e independientes. Lo mejor fue constatar que el cariño está ahí, que la amistad, la verdadera, es de esas redes que se tejen con hilos irrompibles, hilos que no daña el tiempo, que no consume la distancia, que no se maltratan ni se erosionan y que ni la sal de mar ni la humedad debilitan.


Las vi iguales, a mis ojos estaban iguales, bellas, valientes, rebozantes de esperanzas y sueños, con ganas de hacer, de cambiar el mundo, de luchar por ser mejores seres humanos y llevar ese deseo a otras mujeres. Parece que perdimos a una en esta lucha, pero espero que no sea para siempre.

Marbella, idealista, apasionada por la política, segura de quien es y de sus origenes cocinó un Mucbilpollo delicioso, justo como lo recordaba, con espelón y todo. Compró una botella de Xtabentun que abrimos pero compartimos timidamente. El tiempo del destrampe estaba atrás, así que disfrutamos, pero no nos emborrachamos. Nos sentamos en su patio colonial, albergadas por la amenza de lluvia meridana, de esas que se sueltan el pelo un rato y luego desaparecen para dejar un aire limpio, aunque esa tarde se dio el gusto de quedarse algunas horas... y en el chal recortamos la vida de todos los que conocemos y conocíamos. No faltó la crítica encarnizada en contra de Felipe Calderón, ni la duda sobre Andrés Manuel ni el repaso rápido pero certero de la política yucateca.

Diana estaba como siempre, despistada pero intensa, fuerte, su alma de artista no la abandona. Está ahí participando pero sin arriesgarse, centrada en las formas, en los colores, en esa lucha interna que sostiene desde hace mucho tiempo por crecer pero sobre todo por creer.

Y esa tarde, un recuerdo llevaba al otro, una plática a otra, un comentario a una opinión y las horas fueron pocas, nada, un suspiro.

Al día siguiente vi a Silvia, amiga de otros lides, y me encantó constatar que su alegría no la rompe nadie, que lo mejor que tiene es ese optimismo a prueba de todo. Segura en sus opiniones y bella, como siempre, con esa boca suya llena de verdades, tantas que hasta un blog hizo. Nos reímos de mis faldas y sus novios, de mis exs y sus exs y de todo lo que nos ha unido a lo largo de tantos años.

Regresar a Mérida, aunque sea de vacaciones, es de esos premios que se dan no muy seguido y que una inmigrante como yo quiere ganar cuando menos una vez al año. Regresar a mi tierra a mis sabores y colores es como ganar la lotería, pero pasar tiempo con mis amigas, ver que entre nosotras todo sigue igual y que me quieren en la misma medida en que yo las quiero es mucho mejor, es saber que la solidaridad no es un invento, que la amistad existe de verdad, que las mujeres hacemos cadenas, que más que un buen amante es mejor una buena amiga, porque al menos ésta se queda ahí, aunque pasen los años, aunque los hijos crezcan, aunque nos salgan canas, nos sobren libras y aunque no nos emborrachemos... como antes.






Abur!











viernes, 18 de noviembre de 2011

De sueños, insomnios y pesadillas.



La verdad es que si después de vivir 10 años en este país como inmigrante indocumentado usted sigue pensando que el sueño americano se puede alcanzar , déjeme decirle que es usted muy ingenuo (a) . Algunos lo alcanzan sí, desde luego que los menos, otros andan arando el camino con una ambivalencia entre "el ya mero llego" y el "tal vez nunca lo consiga". Lo único cierto es que casi todos tenemos en mente el terruño querido, la patria, volver, juntar lo que nos falta para regresar con la frente en alto y los que hemos tenido en suerte arreglar los documentos, pues estamos esperando ansiosos nuestra pensión. Pero esta agonía onírica en la que vivimos o sobrevivimos tras largas jornadas de trabajo y mucha nostalgia, a nosotros nos da para una tragedia muy equiparable a las griegas; sin embargo a Saulo García le ha dado para una comedia picante, deshinibida, sabrosa, alegre, realista y muy muy jocosa.

Colombiano de nacimiento, "adactado" a Miami desde hace casi 11 años, aunque siga sin entender el idioma cubano, Saulo García, actor, trovero y comediante dio anoche en el Centro Cultural Latino una cátedra de ingenio.

Lo mejor, no tuvo que recurrir a groserías ni frases de doble sentido, no se la pasó insultando ni se metió en política ( ya sabemos lo fácil que es hacer chistes de presidentes y diputados) bueno un poco, pero en general su stand up fue mesurado, hablando de las penurias que pasamos quienes decidimos venirnos a USA. Este espectáculo, "El insomnio americano" es una delicia, disfrutable de principio a fin. No se lo puede perder porque entonces se estará negando la oportunidad de reírse un poco de usted mismo, algo que dicen, solo hacen las personas inteligentes.

Ah y por cierto Saulo, es absolutamente verdadero que el único sueño americano que alcanzamos, es el que nos da cuando regresamos a casa después de trabajar mas de 12 horas .




PS.- Centro Cultural Latino, este sáabado 19 a las 8 de la noche.




Abur!






martes, 15 de noviembre de 2011

El molcajete de mis deseos



"Voy a hacer una salsa mocajeteada", decían mi mamá o mi abuela. "Mira ese, el novio de María, tiene cara de molcajete", suspiraba una tía al ver pasar a un individuo flaco, con cara redonda y llena de cicatrices de acne, " Doña Flora, la loquita se cuelga hasta el mocajete", criticaba otra tía y mi padre remataba : "Aqui está tu molcajete para que sigas moliendo". Y así, entre caras de molcajete, collares de molcajete y salsas molcajeteadas transcurrió mi vida en México. Todos sabíamos lo que era un molcajete, todos lo usábamos y todos sabíamos cuánto pesaba ese mortero de piedra volcánica, negro, chato, grueso e infaltable en una cocina de las de antes. Lo que más odiaba era lavar el mocajete, porque los restos del chile toreado y del tomate medio asado se quedaban atrapados en los pequeños cráteres, aunque lavar el tejolote o temachín, es decir la piedra de moler no era tan difícil.

Y como doña Flora, la vecinita vieja y loca que vivía a cuatro casas de la mía, un día en la prepa yo también me colgué el molcajete, uno pequeño que mi hermana Adriana me trajo no recuerdo de donde. Usaba , como se estilaba en ese entonces, una cadena plateada con muchoss muchos dijes: un buho dorado con incrustaciones de jade, un signo de amor y paz, un trébol de la buena suerte, una cruz y no recuerdo cuantas cosas más; entonces no faltaba quien me dijera, sólo te falta el molcajete y yo feliz, se los mostraba y me sentía orgullosísima de ello.

Llegar a Estados Unidos y extrañar un molcajete para hacer un buen guacamole fue una sola cosa. Con el tiempo aprendí a hacerlo con un tenedor en un bowl de plástico; nunca sabrá igual ciertamente. Sí, claro, siempre se puede traer uno de México, pero es una de esas cosas que una va dejando para luego. Todo esto viene a cuento porque hoy fui a una de mis tiendas favoritas, Sam Moon, el paraíso bolsístico y de joyería de fantasía aquí en Dallas. Al lado de esa tienda está el Sam Moon del equipaje y hoy descubrí que abrieron un Sam Moon para el hogar. Home decor, le llaman acá. Tras hacer algunas compras entré a ver qué tenían en la tienda de Home decor y también porque andaba en busca de una sartén para hacer omeletes, así las cosas, apenas cruce el umbral mis ojos se toparon con un molcajete, grande, negro, pesado, poroso fui a ver el precio y ahí estaba en etiqueta roja, o sea en oferta, $60.00 dólares para quien quisiera llevárselo, y era el único, me dijo una empleada cuando vio mi interés en el mortero. Entonces pregunté, ¿Hay muchas personas interesadas en él? En comprarlo no, me dijo, pero en saber que és si. Siempre me preguntan qué para qué sirve. ¿Y lo sabes? I'm not sure, respondió con su acento asiático, pero se verá bonito en cualquier casa; si le dije, muy bonito y sonreí, porque al menos por eso momento, el molcajete fue para mi una cara, un dije, un sabor.


Abur!

domingo, 6 de noviembre de 2011

Argentina, Chile, Cuba, Mexico and USA






Tal vez ese es el charming de este país, la posibilidad de tener tantas nacionalidades juntas. Anoche fuimos al Bath House, un centro cultural en el White Rock Lake de Dallas, y aunque ustedes no lo crean ese centro cultural, creo, era precisamente eso, la casa de baño, el sitio donde se cambiaban quienes iban al lago a nadar o pasear. Pues ahí está eregida una galería, un pequeño teatro que tiene capacidad para unas 130 personas y un pequeño museo que habla sobre el lago, precisamente. La verdad no presté mucha atención a un museo como ese, porque además estaba fascinada con el montaje que sobre el Día de Muertos exhibía la galería. Tantas calaveras, catrinas, altares y figuras relacionadas con la muerte que me encantó que en Texas, esta tradición tan mexicana tuviera tanta vida. Ya sé, Texas es México, es lo que decimos acá todo el tiempo, pero independientemente de su celebrado Halloween, las autoridades gringas se dan la oportunidad de abrir espacios para mostrar nuestras maravillosas tradicones mexicanas.

Mientras caminaba por la galería en espera de que abrieran las puertas del teatro me llamó la atención la música de fondo, una guitarra inconfundible, una voz que se reconoce siempre... Silvio, mi adorado Silvio Rodríguez fondenado con sus nostalgicas letras una maravillosa exhibición mexicana hecha en su mayoría por artistas estadounidenses, así que por un tiempo me sentí transportada, creí que estaba en alguna galería de México, además casi todos a mi alrededor hablaban español,con diferentes acentos como el colombiano y el argentino y desde luego chicano, pero ahí estábamos respondiendo a la convocatoria de Cambalache Teatro. Vimos una excelente puesta en escena de "El patio de atrás", una obra de Carlos Gorostiza, argentino, con actores argentinos, dirigida por un chileno, Cristián Muñoz.

La obra en una actoy dos escenas tiene un trazo ligero pero ágil, llena de vida, con un equilibrio perfecto entre la targedia que muestra y el humor involuntario de los diálogos. Vale la pena que se dé la vuelta al Bath House y le dé la oportunidad a Cambalache Teatro de que le ayude a hacer una profunda reflexión sobre la vida y sus oportunidades, que a la final es el mensjae de "El Patio de atrás".

La obra seguirá en cartelera el próximo fin de semana y verá porque al final siempre es importante darse la oportunidad de abrir la puerta cuando alguien toca el timbre, quien sabe y a lo mejor puede ser la respuesta a nuestras esperanzas.




Abur!

domingo, 10 de julio de 2011

Latina in USA: Por todo lo que nos diste

Latina in USA: Por todo lo que nos diste: "Era una mujer casada e infeliz, madre de dos pequeños y era 1984 cuando fui por primera vez a un concierto de Facundo Cabral. Conocía su..."

Por todo lo que nos diste




Era una mujer casada e infeliz, madre de dos pequeños y era 1984 cuando fui por primera vez a un concierto de Facundo Cabral. Conocía sus canciones de antes pero nunca lo había visto. Fui con una amiga llamada Eloísa y cuando escuchamos "Vuele bajo" nos quedamos calladas en ese segundo piso del teatro del IMSS, embargadas por la emoción, llorando en silencio. Y me acuerdo tanto de esa noche porque Cabral se me reveló como un juglar, un encantador de mentes, un ser de otro mundo. Y esa noche me olvidé de lo desdichada que era. Muchos años después era una mujer vuelta a casar y feliz, vivía en Mérida y contaba cuentos en la Plaza principal los domingos. Una tarde de un domingo mientras daba mi función estaba feliz pensando que esa noche iba a ir al Teatro Peón Contreras a escuchar a Facundo Cabral. Terminé la función y dos hombres se acercaron a felicitarme, uno de ellos era Facundo Cabral, sonriendo de dijo: Me gustaron mucho tus cuentos, además nos transportas con ellos, gracias por lo que haces". Sobra decir que yo no podía ni hablar de la emoción le dije que iba a verlo más tarde y le pedí que cantara "Vuele bajo". "Y no sé", contestó, "Vamos a ver que Dios quiere". Me quedé pensando que era una idiota, tuve a ese hombre enfrente de mi y le pedí "una complacencia". Horas más tarde, sentada en el teatro, escuchándolo, me sentía agradecida de que un hombre como él a quien tanto admiraba me hubiera felicitado. De pronto escuché: "Esta tarde una señora que cuenta cuentos muy bonitos aqui en la plaza me pidió está canción. Va para ella y por sus historias que son muy buenas" y cantó "Vuele bajo".


Muchos años después fui a verlo otra vez en el teatro Blanquita del DF y cada vez que lo escuchaba volvía siepmore a mi esa serenidad, esa paz, esa sensación de conocer a un ser que no le debe nada a nadie, que ha cumplido a cabalidad que está en paz. Por eso no entiendo su muerte. No le hacía mal absolutamente a nadie y si en cambio nos serenaba a muchos.


Facundo Cabral estoy enojada, encabronada, desilusionada. No he dejado de cantar tus canciones desde ayer, de ver tus videos y como decias, no quiero distraerme me voy a enfocar te lo juro, me voy a ocupar. Sé que ya perdonaste a quienes te apartaron de nosotros, un ser como tu no sabía guardar rencor, pero yo no soy como tú, soy muy humana y vivo de este lado del mundo. en un país donde la gente se interesa muy poco de seres tan magnificos como tu. A tu asesino sólo le digo: Te equivocaste hombre del mal. Te equivocaste. Perdonate si puedes.




Abur!


sábado, 25 de junio de 2011

Un hijo por una bandera






Esta vida de trotamundos que me cargo me ha impedido quedarme lo suficiente en las ciudades como para asisitr a bodas y funerales en calidad de invitada. Es decir, nunca enraizo lo suficiente para ser parte de esos dos eventos de otros, que no sean de mi familia. Creo (aunque conservo la esperanza de que no) que Dallas es mi última parada, hace poco me invitaron a una boda a la que no pude asisitr y ayer fui a un funeral, a uno muy de película. Desde hace algunos años mi hermano tiene una "girlfriend" (lo siento, no encuentro una palabra más adecuada, porque novia no se aplica) que no puede ser más gringa: Alta, delgada, rubia, divorciada y madre de dos hijos. La conozco porque hemos convivido en las fiestas Día de Gracias, Navidad, cenas de cumples, en fin. Charlotte se llama y es una buena mujer, trabajadora, eficiente, seria y responsable. Siempre que convivíamos hablabamos de los hijos y ella se mostraba particularmente orgullosa de su hijo mayor Gleen Michael, enlistado en el Army desde hace varios años. Tenía decía ella, "un buen futuro ahí". Su hijo estaba en alguna de las guerras que por ahora libra este país aunque no sé exactamente en cual. El caso es que hace 10 días más o menos, ella recibió la visita de El Mensajero, ese oficial del Army encargado de ir a la casa del fallecido y darle la noticia a los padres o la esposa según el caso de que el soldado ha muerto en combate.

La primera reacción de Charlotte fue no creerlo, estuvo en la negación todo lo que pudo hasta que fue necesario hacerse carego de los arreglos, la llegada del cuerpo, el traslado, el funeral. Ayer fue. Hamilton fue el escenario, un pubelo justo en el centro de Texas, caliente, seco y muy muy texano.

La palabra para describir el funeral, una: impresionante.

Una veintena de motociclistas hacían guardia afuera de la funeraria, junto a ellos, cuatro adultos mayores vistiendo elegantes uniformes tenían una mano en el corazón y en la otra una bandera. Mas de 80 vehículos fueron parte del cortejo desde las funeraria hasta el cementerio Live Oak. En el trayecto que incluía atravesar casi todo el pueblo de 3 mil habitantes, por lo menos 500 salieron a rendir honores. Los bomberos montaron una guardia de honor, camiones incluídos; los policías también. Los trabajadores que levantaban un edificio cerca de la funeraria suspendieron su labores para saludar y hacer una valla. Los empleados salieron de los bancos, las tiendas, los talleres y se sumaron a los honores. La plaza principal estaba llena de banderas y en cada casa de las afueras del pueblo, los moradores estacionaron sus autos donde colocaban banderas y ellos a un lado haciendo el saludo de honor. El calor de 100 grados no les impidió ser parte del triste decorado. LLegar la cementerio en medio de la nada en el paisaje texano era sencillo si se seguía el rastro del cortejo, canal de televisión incluído en él. Luego vino la ceremonia solemnísima de trasladar el féretro mientras marchaban y disparar los rifles, sonar las campana, y doblar la bandera, ese doblado perfecto en el que sólo las estrellas deben mostrarse. Después de la inspección del doblado realizada por dos oficiales el de más alto rango se acercó a Charlotte para entregársela y cuando la recibió la abrazó con mucha fuerza como imagino, hubiera deseado abrazar a su hijo. Pensé que Gleen Michale tenía menos de 25 años y se murió lejos de los suyos. Pensé entonces que nunca, no matter what, voy a estar de acuerdo con una guerra y que la tristeza que vi hoy en la cara de Charlotte no se la va a borrar ninguna bandera por más estrellas que tenga.


Abur!


domingo, 12 de junio de 2011

A Magnificent Night!



Aceptarse para ser y vencer. Fácil de decir, dificil de lograr, pero Dan Guerrero, actor, bailarín, productor, agente de artistas, escritor, gay y latino parece que lo logró y el camino que recorrió para ello, lo plasma en un monólogo lleno de vitalidad, vibrante, emotivo, suave, fuerte, dulce, amargo muy gay y muy latino, por supuesto: Gaytino.

Crecido en East LA, egresado de la Garfield High School, todo un símbolo del chicanismo en este país, y madurado en Nueva York, donde vivía forzado su doble vida ocultando sus preferencias sexuales, Dan Guerrero creó este monólogo para decir que es difícil ser mexicano en este país y es difícil ser gay en todo el mundo.

Su monólogo es un recorrido maravilloso de los años cuarenta hasta la actualidad. Cómo era la vida en East LA en esa época en que no eramos hispanos, ni latinos, sino MEXICANS dicho peroyativamente, con una elevada carga de desprecio a la que él no estaba acostumbrado. El era americano, había nacido en este país y su padre era un hombre sensible, respetado y querido, era Lalo Guerrero, el padre de la música chicana. La gente hacía fila para ir a verlo al Million Dollar así que cuando lo llamaron mexican, por primnera vez demandó una respuesta a sus padres y la explicación le quedó grande.

En Nueva York se hizo bailarin años y años de estudio, pero no había espacio en los musicales para gente de su color ni de su tipo y la representación de artsitas se le dio de manera natural, así conoció a Sara Jessica Parker, por ejemplo una adolescente a la que los productores no consideraban bonita o a Fran Drescher, de quien sigue siendo amigo.

Entre canciones que recuerdan a su padre, Guerrero relata su vida dentro y fuera de los escenarios, pero la forma en que lo hace es magnífica. No hay arrepentimientos, sino una honesta confesión de un hombre de 70 años que vivió la época del oro del cine mexicano, pasó Woodstock, vendió Cats forever y se adentró en la jugla de Hollywood justo a tiempo para el arribo del boom latino.

Y ahora los 70 años lo grita a los cuatro vientos es gay y es latino es Gaytino chingao!.

Abur!








domingo, 5 de junio de 2011

Sin feromonas ...




Preocupado por el futuro del teatro en México y porque se considera un actor de éste género, Alex Ibarra se lanzó de nuevo al ruedo teniendo como único capote su talento, llevando como banderillas su creatividad y lidiando uno de los toros más difíciles: el monólogo.
“Sin feromonas no hay Monte de Venus” es como tituló a su espectáculo que desde hace un año ha presentado en diferentes ciudades de la República Mexicana y que este miércoles 8 de junio toreará en el Mambo Café de Dallas.
Esta será la corrida número 23 “pocas funciones en un año si lo quieres ver así, pero en todas me ha ido muy bien y te juro que fui el primero en sorprenderme de que me hayan invitado a Dallas”.
Ibarra se inventó este monólogo porque “quería hacer algo propio. Necesitaba un espacio para expresarme, sobre todo ahora que la situación del teatro es difícil”.
Sin embargo este es su segundo intento de monólogo de comedia. ”Antes andaba con otro proyecto de un payaso pero no logramos consolidarlo y luego surgió esta idea y nos pusimos a escribirla entre varios amigos y quedó”.
Ibarra asegura que “Sin feromonas…” es un monólogo sobre las relaciones de pareja, donde se habla con la verdad. Pero es sobre todo un monólogo para personas que no creen ya en el príncipe azul.
Mientras prepara sus corridas en diferentes escenarios con su monólogo, Ibarra se ha mantenido vigente en obras de teatro y telenovelas, un género con el que está muy familiarizado.
“Me gusta actuar, pero creo que soy gente de teatro. Disfruto el contacto con el público, la carcajada inmediata y este monólogo me da la oportunidad de estar ahí enfrente de todos, sólo yo y el público”, detalla.
Actualmente se prepara para actuar como comediante en una telenovela “Amorcito corazón”. “Gracias a Dios el género de la comedia ya está entrando también a la telenovela y eso nos da más posibilidades a los actores
telenovela y eso nos da más posibilidades a los actores.
A pregunta expresa sobre el auge que tienen las revistas y programas de chismes de la farándula Ibarra comentó que “debería encontrarse una media porque ya no hay críticos de la farándula ni de teatro. Ya es más importante con quien sales, cómo te ves, que lo que estás haciendo como actor.
Alex Ibarra está muy emocionado de venir a Dallas "porque voy con un show tipo cabaret, algo que no habia hecho nunca".

Abur!

jueves, 21 de abril de 2011

Vestidos para bailar









Tras 10 años de vivir en este país por fin fui a una fiesta en donde hubo baile. Quiero decir a una fiesta de estadounidenses ( me niego a llamarlos americanos) Claro que había ido a fiestas de mexicoamericanos, de mexicanos, de poetas, de escritores en donde de vez en cuando improvisábamos una pista de baile y a pulir el suelo se ha dicho. Pero en esta ocasión que les narro fue diferente. Era el cumple de un gringo ( 30 años) dueño de unos estudios de grabación en Las Colinas. No fui con mis mejores galas, aclaro, hace rato que me desprendí de esas vainas; pero fui animada por la idea de encontrar ahí viejas amistades. Tampoco sucedió, pero lo que si vi fue un quinteto de parejas vestidos para bailar. Literalmente.



Ellas: lentejuelas, brillos, medias, zapatos de tacón medio con trabas vestidos de vuelo o pegaditos. Ellos: lustrosos zapatos de charol, tirantes, camisas llamativas y pantalones negros.



Lo admito, yo estaba esperando una salsa, una cumbia, de perdis una country ( digo ya que estamos en Texas) pero nada, eran canciones así como "Fly me to the moon " o las clasicas setenteras de los Bee Gees.



Yo: Tendida en un blanco divan, con una pequeña mesa al lado y una minusucla vela, los veía hacer acrobacias, darle la vuelta a la pista, ensayar volteretas, contar los pasos, y of course, salvo esas cinco parejas casi nadie más se animó a bailar. Mi pareja y yo lo hicimos, pero no era fácil con la competencia que teníamos a un lado.



Por fin en momento de la noche pusieron una salsa y me dije. Esto ya se animó, pero nada ellos seguían con los mismos pasos. Es decir te bailaban igual un fox trot que un mambo. La lección aprendida, o más bien reafirmada es: Los gringos no bailan y si lo hacen debe ser apropiadamente, deben vestirse para bailar.









Abur!












sábado, 2 de abril de 2011

Deep Ellum Festival


Si no te bañaste, está bien, no hay mayor problema; eso sí, procura usar tu falda larga de olanes, sandalias o ballerinas, o si no, unos jeans deslavados, pulseras de cuero, dos o tres estarán bien. Amarrate el pelo en forma sencilla, nada de peinados elaborados, poco maquillaje pero si de casualidad andas vestida de manera semiformal con jeans planchados y perfectos y alguna blusa a tono, pues enrédate la primera mascada que se te atraviese en el closet. una de colores vivos, aunque no combine con el atuendo y entonces sí estarás listo para el Deep Ellum Arts Festival que como cada abril, inaugura la primavera aquí en Dallas.

Ver arte es sólo un pretexto, porque aunque si hay bastantes pintores participando, lo que más abunda es la joyería, los vestidos de batik medio hippiosos o hippiosos y medio, como lo quieras ver, la joyería rara de "diseños exclusivos" y la gente más rara aún.

Es un festival que llama a la libertad y por eso reúne a gente muy ecléctica.

Pero es un gusto caminar por el este de la calle Main, detenerse a ver la pinturas, recibir el sol de abril en una tarde de sábado y ver que a tu derecha una pareja gay, tomada de la mano, seleccionan una foto y discute si la pondrán en la sala o en el estudio de su apartamento. Mientras a tu izquierda, un hombre con barba larga casi naranja y sandalias de cuero, se sienta en la banqueta a comerse un elote asado. Los "saludables" smothies se venden casi cada esquina y las cervezas en todas las esquinas.

Deep Ellum Festival es un regalo para la cofradía de las almas importamadristas y hasta la policía hace eco del hombre atado con una camisa de fuerza que lucha por salir de ella mientras se equilibra sobre unos zancos apenas unidos por una varilla. Diez pasos más allá está el circo de los fenómenos y tres cuadras adelante un artista en pleno proceso creativo pinta a la banda que anima esa esquina.

Hay de todo como en botica, bueno casi de todo, porque no hay abuirrimiento, ni seriedad, ni formalismo, ni falsas apariencias es Deep Ellum pues, un barrio que se ha ganado a pulso su derecho a existir, que tiene su propio latido, uno que la mayoría de las veces no concuerda con el de la ciudad en la que coexiste.


Abur!



domingo, 27 de marzo de 2011

The simple things


Llevo 10 años, casi, en este país. Llegué como todos los inmigrantes, sin nada y con todo. Atrás se quedaron cosas valiosas, importantes y muchos sueños. Nunca, en ninguna de mis pesadillas me vi como inmigrante. Pero Dios es bueno y siempre me salva, siempre. No importa como venga la tormenta, él me pone a buen resguardo. Creo que me salvo cuando me trajo aqui, porque cuando veo lo que le pasa a México y como viven en mi país, el corazón se me atora, se paraliza por segundos. Quiero hacer algo pero ¿qué? Cómo puedo luchar ante lo que no conozco, ¿cómo puedo hacer para que millones de mexicanos despierten y griten !basta! y hagan algo por ellos mismos? No sé, no tengo idea. Por eso a veces me escapo, a veces decido pensar en las cosas simples, las sencillas, las que me dan placer, felicidad, alegría momentánea. Y vienen los recuerdos como avalancha y me atrofian los sentimientos, me compran, me seducen. Recuerdos de cuandoe estaba en mi país, en ese que era poesía pura, que era libertad, que era... porque ahora ya no es ni la sombra.

Un recuerdo bello y simple. Cuando vivía en Mérida me gustaba el verano por muchas razones, la principal la ciudad se quedaba un poco sola, muchos meridanos se iban a la playa a pasar dos meses allá y si no tenías casa en Progreso o donde fuera, pues te arrejuntabas con alguien, entonces Mérida me pertencía un poco más, me tocaba más de ella. Pero sobre todo me gustaba el verano por el agua de pithaya que se podía tomar sólo en esa temporada, la fruta machacada con limón y azúcar ( de la verdadera, de la blanca, blanca) en un vaso con agua y hielo. Que delicia por Dios. Aqui ni siquiera conocen la fruta, la que hay la consigues en Los Angeles, en el mercado Chino, viene de Asia y la llaman Dragón Fruit. Cuando vivía en Ciudad del Carmen Campeche, recuerdo que caminaba hasta la plaza principal y a un costado en una de las calles se ponía un vendedor ambulante que preparaba licuados de platano frente a ti y donas azucaradas calientitas. Todo era tan rico en medio de esa isla. Otro de mis recuerdos favoritos era regresar de Campeche a Mérida a la hora del atardecer. No hay valor para esa maravilla, el Sol cayendo, dándole al cielo un color y una belleza indescriptible. Manejar teniendo a tu derecha esa escenografía mientras escuchabas la Novena Sinfonía de Bethoven era algo para agradecer.

Otro de mis recuerdos, es el sabor de la leche natural en Saltillo, tomar un vaso cada mañana o comer elotes recién cosechados en la montaña de Artega, Coahuila ( parte de la Sierra Madre) o dormir acampando en alguno de sus claros. Sentarte en la pirámide de las 7 muñecas en Dzibichaltún, quemarte la piel por el Sol tan fuerte del verano en una playa yucateca y disfrutar ese ardor y esa rascadera que te daba después, o simplemente que te dieran las tantas de la madrugada con tus amigos, platicando de nada y de todo, arreglando el mundo, como decíamos.

Todo eso se quedó allá, es parte de una vida que ya no tengo, bueno , la tengo en mis recuerdos y eso hay que agradecerlo.

Ahora me quedan pocos placeres acá y hay uno al que no renuncio: A tomar un vaso de jugo de naranja natural cada mañana. A mi no me vengan con imitaciones, ni me digan que el Florida o el que sea, si está en caja o envase no es jugo de naranja natural y aunque los he probado nunca he comprado alguno. Por eso cuando quiero volver a lo mío, cuando quiero sentir que tengo derecho al mundo, me escapo a mi pequeño paraíso y me preparo un jugo de naranja. A mi no me venden la felicidad en una caja de cartón yo me la agencio... !Cómo debe ser!.