miércoles, 27 de octubre de 2010

Between Día de Muertos y Halloween








Y sigue la nostalgia. Más en estos días en los que el " horror" se me aparece por todas partes y el naranja y ocre se hacen uno con la cotidianeidad y me recuerdan que Halloween está por llegar y debo estar lista en casa con muchos dulces, muchos, para darles a las docenas de niños que van a tocar la puerta la noche del 31 de octubre. Me encanta verlos como sonríen llenos de ilusión porque sus tinas, calabazas o calaveras se les llenan con golosinas que las madres conscientes dosificarán y las inconscientes disfrutarán junto a ellos. Pero cuando era niña no tenía Halloween; en Monterrey empezamos a escuchar de esa tradición cuando ya era casi adolescente y obvio que nadie nos daba nada, porque ¿por qué nos iban a dar para celebrar algo que ni sabíamos qué era? o peor aún ¿por qué nos iban dar dulces cuando andaban todos apurados montando sus altares de muerttos y cocinando como locos para poner la comida y el recuerdo y las fotos del difunto en el altar?
Vagamente recuerdo a mi abuela Estéfana cocinando ( y si hablo sólo de ella es porque a la otra abuela la perdí cuando era muy chiquita) cocinando en grandes cazuelas de barro, que el molito, que el atolito (!Ay como le gustaba los atoles!) que el arroz, que vaya usted a saber qué pero cocinaba todo el día y luego en la noche dejaba todo en grandes platos y los adornaba bonitos y los ponía en una mesa larga con un mantel blanco y llenaba la mesa con flores y aguardiente y mezcal y el retrato de los difuntos, de los que ya se habían ido, su papá por ejemplo, su hijo a quien perdió de una tifoidea cuando era adolescente, un hermano, una hermana, una tía . Yo veía todo asombrada pensando como iban a llegar por la noche todos esos invitados fantasmas a comerse esas delicias y no me daba miedo, me dolía por los tamales de dulce que yo no iba a probar y las otras delicias que no iban a ser para mi. Pero el altar quedaba precioso y entonces ella nos contaba historias maravillosas y el día primero de noviembre nos ibamos todos al panteón a rezarles en la tumba. Ella decía que debíamos dejar la casa sola para que pudieran entrar a gusto. Entonces el último día de octubre tenía para mi un significado mágico, misterioso y no esta chacotería americana de consumismo, de disfrazate a huevo y vuelvete tú el fantasma que va a llegar a atiborrarse de dulces.
Si respeto la tradición y hasta la sigo, ya lo dije, pero entre las dos me quedo con la mía, la del Día de Muertos y sus altares, la de las calaveritas, la de los versos chacoteros burlándonos de la muerte. Me quedo con la mía porque es una delicia, porque no había consumismo y sí misticismo, porque me encanta pensar que los que se fueron van a venir y regresan para gozar para comer lo que les gustaba, lo que le sus deudos cocinaron para ellos.
Me quedo con el mío porque es un acto de amor, simple, llano, precioso, amor al fin.
Abur!






lunes, 25 de octubre de 2010

Latina in USA: A coger... la red se ha dicho

Latina in USA: A coger... la red se ha dicho: "Cuando era niña mi abuela Estéfana solía ir a la frutería Cano, cercana a la casa, a comprar la verdura y la fruta que íbamos a necesitar..."

A coger... la red se ha dicho




Cuando era niña mi abuela Estéfana solía ir a la frutería Cano, cercana a la casa, a comprar la verdura y la fruta que íbamos a necesitar para la comida. Ella tenía una red de plástico en tonos pastel que siempre usaba para cargar la fruta.

Salía de la casa pasadas las 11 de la mañana y aunque era una mujer fría , su manera de decirnos cuánto nos amaba era preocupándose ( en exceso, creo yo) de nosotros. Así que a su regreso de la frutería siempre traía en su red, además de la verduara para la comida, la fruta para sus pájaros y alguna fruta para nosotros, especialmente; es decir no olvidaba a nieto alguno y cada uno tenía algo diferente. Esa fruta variaba siempre de acuerdo a la temporada. Por supuestro de más esta decir que en agosto siempre eran dos o tres; en invierno naranjas y mandarinas y en febrero, las fresas. Tunas rojas o verdes en julio o agosto y sandía en agosto. En marzo y abril, manzanas y así. Tengo su imagen grabada en mi memoria, viendola alejarse por la privada donde estaba mi casa y ella caminando despacio, con su red de plástico.

Aquí , en este lugar del mundo dónde vivo por ahora, me acostumbré a ir al mercado sin bolsas. Voy a hacer la compra como se dice, sin nada, a veces con una lista y entonces echan todo en esas bolsas de plástico que dicen tardan mucho tiempo en degradarse, que tienen el logotipo de la tienda o la carita feliz. Cuando desempaco la compra en mi casa, acomodo todas las bolsas dentro de una sola, las comprimo y las guardo en un cajón, de ahí voy sacando cuando necesito alguna para la basura, para envolver algo y así, pero los últimos años he notado que siempre son muchas más de las que necesito así que cuando me hartan las junto todas y voy a la tienda y las coloco en la caja de reciclables.

Ayer domingo amanecí ambientalista y antes de irme a hacer la compra, saque de uno de los cajones de la alacena esas bolsas que desde hace meses colecciono y nunca uso y que me han dado en diferentes eventos y tiendas, y ahí voy como mi abuela, a comprar, pero no para el día sino para la semana porque si no el tiempo no me alcanza y gastaría más gasolina si voy diario. Debo usar el carro, porque aquí la frutería no está a tiro de piedra como en mi casa en Monterrey ( por cierto que la frutería Cano está en el mismo lugar) y luego llego a la tienda y mientras estoy en el departamento de Frutas y Verduras me asombra ver que es casi noviembre y está lleno de sandías, de peras, de manzanas, de toda clase de frutas, todas, como si las estaciones no importaran y se me acaba el gusto pensando que todo está muy procesado y me asalta la pregunta de si en realidad sé lo que estoy comiendo.

Cuando llego a la caja lo primero que hago es darle al chico que empaqueta mis bolsas y me siento importante porque cuido el ambiente y quiero que todos vean que ando medio preocupada por el planeta, pero ni a él ni a nadie parece importarle.

Salgo con el carrito lleno de bolsas de colores de difererentes materiales perdurables. No más bolsas de plástico me digo. De ahora en adelante con red en mano a la tienda para ver si es cierto que este planeta nos dura más.

Este último párrafo no iba a quedar así, queria poner "De ahora en adelante a coger... la red por supuesto", pero me acordé de lo que le pasó a Dulce María Sauri, la gobernadora de Yucatán que un día en un evento que me tocó cubrir, ellla muy orgullosa agarra el microfono y dice: " A mi me gusta la mujer yucateca porque todas las mañanas se levanta y coje... " el silencio fue precedido por cientos de risas mal dismuladas y cuando Dulce María se dio cuenta de lo que había dicho inmediatamente terminó su frase. "Coje la red para irse al mercado y cocinar para su familia".

Bueno pues mi recomendación es que ustedes cogan , la red lo que se deje, pero sean felices y no se olviden de cuidar nuestro planeta.



Abur!

miércoles, 6 de octubre de 2010

Ser o no ser


La clase de inglés empiza con cinco minutos de retraso, eso no me molesta, es mi primer día y me emociona aprender. En la pizarra hay escrita una oración en inglés que habla del sistema de justicia; la maestra quiere que después de leerla redactemos un párrafo con nuestra opinión al respecto.

Básicamente, el párrafo dice que si creemos que el sistema justicia de Estados Unidos es cuidadosamente planeando, coordinado al adminsitrarse y justo al aplicarse. Antes de escribir nada debemos hacer una especie de mesa redonda en la que cada estudiante dé una opinión al respecto. Estoy en una mesa con seis estudiantes más. Una hondureña con cinco meses de vida en Estados Unidos y embarazada, y los otros mexicanos y mexicanas.

Discutimos y mi opinión simple y llana es que los sistemas de justicia de cualquier país pueden planearse muy bien pero al ser administrados por humanos muchas veces cometen errores. La justicia puede ser letra muerta para muchos o se administra a criterio por lo que creyeron ver o por lo que pensaron que pasó, pero entonces la hondureña saca toda su rabia y rebate con que este sistema es injusto, racista, malo, pero no corrupto como en nuestros países; que los policías cuando ven a alguien morenito como nosotros, cafecito, nos tratan mal, nos llevan a la cárcel y le digo que no es así, que a mi me han detenido policías por multas de tráfico ( no muchos gracias a Dios) pero siempre he encontrado cortesía y ambilidad. Le digo que lo mejor que podemos hacer es portarnos bien, obedecer las leyes y no tendremos problemas, pero insiste en que no es así, en que su suegro y su cuñado, ambos indocumentados, han sido tratados con violencia y los han arrestado. Uno porque iba manejando borracho y el otro porque estaba en la escena de un robo, "pero él no robo nada " asegura.

Cuando el resto del grupo pasa a dar su opinión, todos opinan que sí, que hay racismo, que en este país hay racismo y que no nos quieren porque no hablamos el idioma y que son más duros y estrictos con nosotros, los cafecitos.

Mi acento cuando hablo inglés no puede sonar más mexicano, mi piel es morena y me gusta mucho, un café con leche delicioso, digo para mi. Mi pelo es negro y rizado y soy más mexicana que el nopal y la tuna. Me gusta ser mexicana pero no tengo los sentimientos nacionalistas exacerbados, más bien moderados. Vine a un país diferente, extraño, del que conocía sólo el lado que Hollywood me ofrecía, sin hablar el idioma y muerta de miedo hace exactamente 9 años y tres meses ( se cumplieron ayer), vine porque en mi patria no encontraba trabajo ya era una vieja, pero aqui he encontrado portunidades de todo tipo y no hablo el idioma correctamente pero lo intento. Me disculpo con ellos por no hablar con propiedad pero me ayudan a mejorarlo. Los estudiantes hablaron mal de Obama, yo también, dijimos entre otras cosas que no ha hecho nada de lo que prometió para ayudar a los hispanos y es cierto, es una estrella de Hollywood y Michell también, pero mi humilde opinión es que le exigimos a este presidente de USA lo que no les exigimos a los nuestros. Queremos una reforma migratoria pero no empujamos a nuestros gobiernos a que la negocien, queremos que todo salga de aqui. No, no me malinterpreten, si vinimos a otro país lo menos que podemos hacer es jugar con sus reglas.

Hablemos el idioma, respetemos sus leyes y tradiciones y mantengamos un bajo perfil. Hagámonos ciudadanos si podemos y votemos. Hay gente que tiene 15, 20 o 30 años aqui y no habla inglés y jamás se han hecho ciudadanos, no nos involucramos, nos idiotizamos con la mierda de televisión que nos dan y luego queremos que por arte de magia nos den nuestros papelesy nos hagan legales como dicen ellos.

A mi no me interesa la celebración del pavo (Thanksgiving) pero la celebro y la veo como una oportunidad más de tener una fiesta o de ir a una fiesta,

Lo triste de esa primera clase fue darme cuenta que aún fuera de sus países se siguen sintiendo menos, el síndrome de la conquista no los abandona. A mi nadie me discrimina o más bien no los dejo, no soy menos que ellos porque soy morena. Me descriminaron en mi país porque si eres mayor de 31 años ya no puedes solicitar empleo. eso es discriminación Soy una exiliada económica y no me arrepiento. No me gusta Estados Unidos del todo, pero México me gusta menos ahora.


Abur!