sábado, 14 de noviembre de 2009

Parchando la nostalgia


Ella no mueve masas pero con sus canciones mueve conciencias. Nunca en todos los años que lleva como cantante Eugenia León se ha desviado un milímetro de su objetivo. Ella canta para ella, para su divertimento, canta porque le gusta, sabe hacerlo y lo disfruta. Si en el camino de su hacer se encuentra con almas coincidentes pues qué privilegio ¿no? pero ese privilegiado lugar en el que está gracias a su arte no la exime de ser mortal, terrena y lo sabe; por ello no duda en sonreír a quienes la admiran y en dedicarle tiempo a sus seguidores.

Contrario a la creencia popular, la noche del viernes 13 no fue de mala suerte para las casi 200 almas que se reunieron en el teatro Rose Marine de Fort Worth, sino todo lo contario, fue una noche para remendar la nostalgia, para parchar un poco el agujero por el que se escapan nuestras querencias, fue una noche para que el abrazo musical sanara un poco el dolor del exilio.

Eugenia cantó como siempre, pero la segunda parte de su concierto dejó el estres y el nerviosismo a un lado y nos entregó una serie de canciones amorosas, divertidas y hasta sensuales.

Con ella no pasa lo que con otras cantantes que a fuerza de conciertos se vuelven predecibles, si asistes a una de sus presentaciones, la siguiente es diferente, porque o cambia las canciones o te presenta el nuevo material o te cambia las palabras de la canción para dejar una chispa de ella. Por eso cada presentación es irrepetible y fuera de guión y es precisamente esa espontaneidad la que vuelve lúdico el momento.

El concierto de este viernes fue sencillo y complicado. Sencillo para quienes conocen sus canciones y saben su estilo, complicado porque no es fácil alcanzar las notas de un tema como Los Mareados, y emocionalmente era difícil para los espectadores detenerse ante la avalancha de recuerdos que acarrea un Cucurucucu Paloma o un Fandango aquí. Pero Eugenia cumplió a cabalidad como sólo ella sabe hacerlo no defraudó, no se desvió no postergó la entrega ni escatimó su arte, el cual ha sido forjado a punta de coherencia y disciplina.

Gracias por la velada.

El punto negro del arroz es lo raro que es disfrutar en el exilio de cantantes como ella. A nosotros nos toca lo verdaderamente popular y no por ello lo más bueno.


Abur!

domingo, 8 de noviembre de 2009

Sin remedio


, puedo ver televisión en inglés, todavía necesito ayuda del close caption; cada vez menos, pero entiendo mejor y me estreso menos para entender lo que están diciendo cuando lo uso.

Sin embargo, me siento mejor viendo tele en mi idioma. lo que desde luego me lleva a consumir la basura de televisión que hay en Estados Unidos para los hispanos. El más grande corporativo se llama Univisión, que basa mucha de su programación con telenovelas y programas cómicos y musicales de Televisa, una empresa mexicana bastante deplorable.

También Univisión tiene sus propios programas Don Francisco, por ejemplo es uno de ellos Despierta América, Primer Impacto, los noticieros o Nuestra Belleza Latina. los otros espacios los llenan con producciones de Venevisión como Casos de familia. Soy una consumidora de medios porque creo en el poder de la información, pero aún cuando vea algunos de estos programas, sobre todo los noticieros, no soy blanco fácil de sus propagandas.

No hay, en el espectro hispano televisivo de este país, un compromiso serio por ayudar, proveer o intentar al menos darnos una televisión de calidad. Al contrario , entre más basura ponen, mejor se sienten los directivos. No y no me malentiendan, no quiero que la tele nos eduque las 24 horas del día, !Que aburrido!, no, sólo quiero que de entre la mucha basura que programan de vez en cuando surga un intento serio de elevar nuestro nivel cultural.
Las razones que esgrimen los directivos de las cadenas, tanto de Univisión como de Telemundo, es que los hispanos de este país son mal educados, les gusta basura y basura les dan.

En cierta ocasión tuve la oportunidad de preguntarle a John McNamara, ex presidente de Telemundo por qué nos torturaba con programas como Laura en América y su respuesta no dejó lugar a dudas: "Con el raiting de ella puedo pagar el sueldo de muchos ejecutivos de mi empresa y gracias a ella se hacen posible otros proyectos".

Puede ser que tenga razón y bajo la perspectiva económica, Laura venda lo que no venden los programas noticiosos, pero lo que es cierto es que a los directivos de las televisoras les falta interés poor hacernos crecer (a los hispanos) intelectualmente y a nosotros nos faltan agallas para exigir mejores programas. Mientras esto no cambie seguiremos consumiendo la basura que nos endilgan y lo peor de todo es que esta mediocridad televisiva pica y se extiende y para muestra, Estrella TV , la nueva televisora de Liberman con sede en Los Angeles, donde se producen basofias como "Secretos" o Estudio 2 o el más deplorable de todos José Lusi sin Censura a veces me pregunto cómo puede dormir ese tal José Luis después de hacer los bodrios que hace, seguramente puede porque o no tiene conciencia o no tiene cerebro, aunque en su caso creo que le faltan los dos.

jueves, 5 de noviembre de 2009

México, otra vez...


Soy una exiliada económica. Me vine de mi país México porque era "demasiado vieja" para encontrar trabajo. Tenía 39 años y el quote de "demasiado vieja" no es mío, sino de un editor de Milenio, en Monterrey, quien me dijo que pese a mis habilidades para el periodismo y mi excelente curriculum no me podían contratar. Así que con mi vejez encima me vine a Estados Unidos para ver en qué podía trabajar.
Mordí el polvo como muchos y no me arrepiento. Aquí la lucha ha sido fructífera y casi siempre subo escalones. En México parecía no importar cuánto me esforzaba, cuánto me aplicaba en la lucha, al final del mes nada era suficiente.
Amaba mi país, deseaba vivir en él toda la vida, incluso me entré de lleno en la lucha política sin descanso, sin tregua y sin mesura porque anehlaba darles a mis hijos un mejor futuro . Amo México, ahí viven mi mejores amigos, mis hijos, mi familia. No tenía una razón (aparentemente) para dejarlo, pero cuando el hambre entra por la puerta...

Viviendo en Estados Unidos tengo mi país a tiro de piedra. Como me dijo cierta vez una coreana: Ustedes no batallan, cruzan la barda y ya está. A nosotros nos cuesta mucho dinero. No es tan fácil como ella supone.

El regreso cuesta y cada vez que cruzas la frontera la cruda realidad de lo que vive nuestro país te azota la cara.

Regreso, cada vez que puedo regreso, eso es por lo menos una vez al mes. Sé de muchos que no pueden volver, las razones son variadas, dinero, tiempo o la más triste de todas: los papeles. No tienen forma de regresar y prefieren no arriesgarse porque ya saben lo que encontrarán en su país de origen y no quieren arriesgar lo que tienen.

Esta semana pasé algunos días en Monterrey, la ciudad de la que soy originaria y por una extraña decisión el nuevo alcalde de la ciudad dejó a ésta sin policías de tránsito. Los reunió a todos para evaluarlos y ver quién merece estar en el cargo y quién no. Sin auto para moverme allá viaje en taxis todo el tiempo, por lo menos me subí a 10 y todos los choferes, ignorando mi procedencia me hablaban de lo mismo. "Que rico es trabajar así sin tránsitos. Hasta el tráfico fluye mejor. Hoy no hubo embotellamientos. Ya estamos cansados de que nos extorsionen y nos quiten el dinero que ganamos".

Por raro que parezca no se registraron accidentes ni en las zonas escolares.

En 1997 la ONU hizo por primera vez un estudio con el que querían determinar cuáles eran los países más corruptos del mundo. Y México quedó en el vigésimo sitio. Recuerdo que cuando estábamos en el partido y nos enteramos de ese honroso sitio alguien dijo que lo cierto es que México había ganado el primer sitio como país más corrupto pero había pagado para aparecer más atrás.

Aunque parezca un chiste, lo cierto es que no lo es.

Quiero regresar, cierto. Quiero volver a estar con los míos, pero la verdad es que cada vez que cruzo la frontera que camino por mi país que me adentro en sus entrañas no he tenido ni una señal, ni un indicio, ni un atisbo ni asomo de que no hubiera hecho lo correcto cuando me exilié.


Abur!


Lamaga